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viernes, 20 de mayo de 2016

Aupaedurne se va a paseo. "Tras la huella de Sade"




Aupaedurne se va a paseo
El mundo desde mi ventana
http://aupaedurne.blogspot.com.es/2016/05/tras-la-huella-de-sade.html


En el verano de 2014 Paco Rallo me invitó a participar en el libro que estaba preparando “Tras la huella de Sade”, obra coral compuesta por ensayos, relatos, poemas e ilustraciones de inspiración sadiana, además de frases del marqués. Aunque sea autora de uno de los relatos, hasta ahora yo solo era escritora profesional de “literatura gris” tal y como la define Manuel Sánchez Oms en su extenso y excelente ensayo incluido en el libro (y que os invito a que descubráis a través de él su significado) y escritora ocasional de relatos, artículos y post de lo que me venga en gana en este blog. Sin embargo nunca había escrito un relato sadiano, es más, tal y como comentó Elifio Feliz en la presentación en Teruel, ni siquiera Sade figuraba entre mis autores favoritos (que dicho sea de paso, tampoco sé quiénes son…). De manera que la propuesta de Paco, supuso todo un reto para mí, y, por supuesto, entré al trapo.

Lo primero que tuve que vencer fue el pudor, pero ya el propio Sade me lo puso fácil: «El pudor es una quimera, único resultado de las costumbres y de la educación. Es, lo que se dice, un hábito». Pues fuera hábitos, de todo tipo. Me puse a escribir sin pudor y sin haber trabajado previamente la figura y la obra de Sade. Mi intención era escribir lo que me inspirara a mí el hecho de un relato sadiano, no lo que me inspirara Sade. Escribí libremente, sin prejuicios, y esas dos palabras, definirían mis sensaciones durante el proceso de escritura. Como también decía Sade «Así, la conciencia es pura y simplemente obra de los prejuicios que se nos han infundido, o de los principios que nosotros nos formamos» Los prejuicios que nos infunden y que nos amordazan nos impiden muchas veces desarrollarnos como personas libres. Y esa es la paradoja del propio marqués desde mi punto de vista, a pesar de sus 27 años de reclusiones, fue un hombre libre porque así lo era su pensamiento, durante aquel cambio de siglo y de paradigmas en un país como Francia. ¿Dónde reside la verdadera libertad? ¿Es sólo algo físico o es inherente a la manera de pensar? «Mi desgracia no es consecuencia de mi manera de pensar, sino de la de los demás», nos dejaba escrito el marqués. La libertad reside en la fortaleza –otra paradoja al menos de espíritu. En este sentido, admiro a Sade como pensador y filósofo, si consideramos su provocadora obra como fruto del momento que le tocó vivir, estoy convencida, no olvidemos que el XVIII fue un siglo de promiscuidad y tolerancia de hecho, pero también de gran hipocresía social derivada de los preceptos de la Santa Madre Iglesia. Así Sade, desde la libertad de su encierro, se rebelaba contra estos convencionalismos desde un profundo ateísmo,«La idea de Dios es el único error por el cual no puedo perdonar a la humanidad», «Ninguna religión vale una sola gota de sangre», «Digámoslo con la verdad: entre todas las religiones existentes, no hay una sola que predomine legítimamente, que no esté llena de fábulas, mentiras, perversidades, y que no ofrezca los más inminentes peligros al lado de las más evidentes contradicciones», eran algunos de sus pensamientos al respecto. También cargaba contra la sociedad: «La ley solo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero», «¿Creéis que hay gran diferencia entre un banquero de una mesa de juego robándoos en el Palais-Royal, o Matasiete pidiéndoos la bolsa en el bosque de Bolonia? Es lo mismo, señora; y la única distancia real que puede establecerse entre uno y otro, es que el banquero os roba como cobarde, y el otro como hombre valiente». Tanto unas como otras frases, si lo pensamos bien siguen siendo de rabiosa actualidad, seguimos viendo, demasiado cerca de nosotros cómo se mata por la idea de un dios, se llame como se llame, cómo la justicia no es igual para todos, por mucho que personajes de alta cuna nos intenten convencer de lo contrario, y cómo los ladrones visten carísimos trajes y se llevan los millones de los pobres hombres que por intentar robar una gallina o una bici los condenan a cárcel. Frente a esto Sade se revela como un apasionado pensador que criticaba también ignorancia de sus semejantes: «No hay más infierno para el hombre que la estupidez y la maldad de sus semejantes», «¿Qué es la existencia sin filosofía? ¿Vale la pena vivir cuando se vive aplastado bajo el yugo de la mentira y de la estupidez?». «...Por la pérdida de mis manuscritos he llorado lágrimas teñidas de sangre». Pero volvamos a esa libertad de pensamiento de la que hablábamos antes, que es lo que yo más destacaría del marqués, la cual, 275 años después de su nacimiento, nos sigue pareciendo –o nos vuelve a parecer casi tan transgresora como en su momento, tal vez porque la sociedad sigue siendo pacata.

Esa misma libertad es la que me guió en la escritura de mi relato, “Sangre fría”. Escribí sin tabúes sobre una mujer sexualmente libre, dejando claro que no somos objeto, sino sujeto sexual. Durante siglos se nos ha prohibido a las mujeres la libertad sexual y han sido, estoy segura, generaciones de ellas que se han muerto sin haber experimentado un solo orgasmo en su vida. Cuando la mujer ha entrado en el ámbito sexual ha sido cosificada, se ha negado su papel más allá de un objeto de deseo o de placer para el macho, que ha sido tradicionalmente el polo hacia el que se ha dirigido el hecho sexual.

Mi protagonista es una mujer muy activa que goza del sexo y que vive una relación muy pasional, pero que no es indispensable para ella. Se sabe deseada y no lo oculta, al contrario. Sin embargo, poco más os puedo contar de mi relato, está escrito para descubrirlo poco a poco, para ir dejándose llevar, desde la primera línea.

La gente que lo ha leído se ha sorprendido de su evolución, del giro que va tomando la historia. También me han dicho que rezumaba testosterona, que parecía un relato escrito por un hombre. Ha habido incluso quién me ha pedido una segunda parte, que nunca me he planteado, la verdad, porque el final queda abierto. Sinceramente, me gusta que la continuación del relato quede en la mente de cada uno de los lectores, y no me importaría, incluso, que si alguien se decidiera, me mandara su continuación, puede ser un juego interesante… 

+ info y pedidos: info.pr.ediciones@gmail.com

miércoles, 11 de mayo de 2016

Antón Castro. Entrevista a Paco Rallo


Poesía natural hecha pintura. Cristina Marín Chaves





Poesía natural hecha pintura

Cristina Marín Chaves
Geóloga-Petróloga


Etimológicamente, de color variable o de varios colores, Versicolor es más, es verso y color, poesía natural hecha pintura.

En un viaje por los paisajes cretácicos de Teruel, Paco Rallo descubre esta palabra al escucharla en la descripción geológica de un afloramiento de arenas de tonos blancos, amarillos, púrpuras, verdes, azules y grisáceos, en una sinfonía de colores mineral. Queda fascinado tanto por la belleza de la arena, como del nombre, al cual considera gráficamente pictórico. Más adelante, cuando tiene la oportunidad de observar una lámina delgada de roca al microscopio, comprueba cómo, a escala micro, se repite esa armonía cromática. Es parte de la relación biunívoca que establecemos entre geología y pintura, en la que ambos nos retroalimentamos.

Paco Rallo celebra sus 45 años dedicado al arte en la galería Finestra Estudio de Zaragoza, en plena madurez artística. Si hace dos años nos traía en su exposición Primum ver la primavera, en Versicolor muestra su apogeo ante nuestros ojos y nos embriaga y hechiza a partes iguales. Artista de amplia paleta cromática, su actual pintura no sigue la línea dibujada, sólo el trazo marcado con su destreza sobre soportes con bases preparadas, con rasgos largos, sin representación. La composición está marcada por ritmos creados por el movimiento de la mano del artista, en una suerte de horror vacui.

Cada una de las obras que aquí contemplamos son capítulos del Libro del Arte de la Vida, o de una vida consagrada al arte. Un libro no para leer, ni siquiera ver. Sólo mirar. Mirar y admirar. Sumergirnos fascinados en cada cuadro, en cada pincelada, casi hipnotizados como quien mira un fuego crepitante. Tantas formas que se dibujan, fijan y desvanecen ante nuestros ojos para a continuación regalarnos la siguiente, así es Versicolor. Una ventana a la sugestión, al placer estético. Pura contemplación. Pura poesía.

Versicolor. Paco Rallo